Dios aceptó la muerte de Jesús como pago total
por nuestros pecados y lo resucitó de entre
los muertos. El Jesús resucitado es ahora lo que
la humanidad siempre debió haber sido: el que
gobierna al mundo en nombre de Dios.
Al gobernar al mundo, Jesús también es juez
del mundo. La Biblia promete que un día él va a
volver y nos llamará para que rindamos cuenta
de nuestras acciones.
Por ahora Jesús nos ofrece una vida nueva que
comienza aquí y que continúa en la eternidad.
Aquí nuestros pecados pueden ser perdonados
por medio de la muerte de Jesús y podemos
partir de nuevo con Dios, pero ya no como
rebeldes, sino que como amigos. En esta vida
nueva, Dios mismo vive en nosotros por medio
de su Espíritu. Podemos experimentar el gozo de
una nueva relación con Dios.
Aun más, como somos perdonados por
medio de la muerte de Jesús, podemos tener la
seguridad que nos aceptará cuando él vuelva a
juzgar al mundo. El Jesús resucitado nos dará
vida eterna, no porque la merezcamos, sino
porque él murió en nuestro lugar.
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